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Aceptar nuestra vulnerabilidad en lugar de tratar de ocultarla es la mejor
manera de adaptarse a la realidad. David Viscott
Estimados amigos,
amigas, familia y hermanos en Cristo. Cuanto se podría escribir sobre estas dos
palabras. Tan emparentadas en nuestras vidas como parte integrante de una
sociedad . Ansiamos vivir con el otro, no soportamos el aislamiento, estar
solos, y por el contrario necesitamos ser integrados a una comunidad, ser
participes activos de ella. La primera comunidad es la familia misma , a partir
de allí le siguen la escuela, la universidad, la empresa en donde trabajo, los
clubes, la iglesia donde me congrego, etc. Siempre estamos rodeados de seres,
de personas. No obstante esa necesidad
choca en forma casi paradójica en conflictos , múltiples conflictos diría. La ineptitud para convivir en armonía en todos
los ámbitos sin excepción.
A continuación comparto con ustedes queridos amigos, un artículo muy
sustancioso, cuyo autor es Julián
Jesús Martínez López, y se explaya muy
claramente sobre el tema.
Todo
problema que se le plantea al ser humano tiene una vertiente grupal dado que
el
ser humano es un ser social. No podría ser de otro modo pues nuestro yo,
nuestra conciencia, se forma en un proceso de socialización, como ya dijimos
más arriba, y en este proceso adoptamos destrezas y conocimientos en
interrelación con los demás.
Por ello, los problemas humanos, las
dificultades que nos encontramos a lo largo
de nuestra vida directa o
indirectamente atañen a nuestra relación con los demás hombres y mujeres
(esos otros yo o conciencias que nos rodean). Ciertamente, también hay que
tener en cuenta el entorno natural, los seres vivos y las cosas que no son
seres humanos, pero lo que queremos decir es que incluso esas otras cosas y
seres vivos, que vemos o que tratamos, de modo directo o indirecto están
relacionados con otros seres humanos, incluidos nosotros mismos.
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En vista
de esto, diremos que una de las cuestiones de fondo de la conducta humana es
la convivencia con los otros seres humanos. La vida en común
es el fondo sobre el que se tejen nuestras satisfacciones y nuestras
insatisfacciones. Pensad por ejemplo en vuestra familia: vuestros padres,
vuestros hermanos, o en vuestros amigos. Como parte de grupos sociales,
desarrollamos nuestra naturaleza humana. Obviamente, a veces la convivencia
no resulta fácil, y surgen problemas, dificultades que debemos resolver. Pero
para ello tenemos nuestras emociones, sentimientos, e inteligencia. Y por
supuesto, tenemos a los demás, con sus respectivas emociones, sentimientos.
La vida humana no es estática. La vida humana
es complicada y dinámica. Cambiamos nosotros y cambian los demás. No pocas
veces surgen problemas que hay que solucionar y también diferencias,
desacuerdos, y tal vez, incomodidad, insatisfacción, infelicidad. Hay que
asumir que nuestro mundo es un mundo dinámico y conflictivo, pero ello no
significa que debemos resignarnos a la infelicidad. Somos suficientemente
inteligentes como para poder encaminar nuestras relaciones de modo que estas
relaciones sean mejores dentro de las circunstancias que nos toquen vivir.
Ello depende mucho de la actitud que tengamos en la resolución de nuestros
conflictos.
La Filosofía moral o Ética parte
de este fondo del convivir conflictivo que es la vida del ser humano. Desde
la antigüedad, los filósofos han pensado, en el marco de sus teorías, qué
actitudes debemos adoptar para enfrentarnos del modo más positivo a los
conflictos.
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Platón (427/428 a 347 a. C.) se
refirió al control racional, inteligente, de nuestras emociones. La razón, la
inteligencia humana ha de controlar estas emociones para que éstas no se
"disparen" y nos hagan llegar a extremos indeseados.
El gran filósofo Aristóteles,
discípulo de Platón, el mismo que dijo que el ser humano es un animal social,
destacó la importancia de la moderación de nuestras emociones y sentimientos.
Él habló de un "justo punto medio" que cada hombre debía buscar. Un
ejemplo que puso el propio Aristóteles es el punto medio entre la cobardía y
la temeridad; este punto medio es la valentía bien entendida en cada persona.
La inteligencia humana hace posible una educación
sentimental o emocional encaminada a que surjan en nosotros actitudes
positivas para conducir nuestra vida individual y grupal hacia derroteros de
mayor felicidad. Ciertamente, esa misma inteligencia también se puede poner
al servicio del daño y de la infelicidad. Este es un problema permanente para
la filosofía, el de la última justificación del bien y del mal.
Aunque no hay
una solución precisa a este problema, si que os invitamos a reflexionar en
qué proporción la infelicidad que unos seres humanos nos causamos a otros
está provocada por errores en la administración de nuestra propia conducta.
Hay un filósofo del siglo XVIII, David Hume (1711-1776), que pensaba que
lo normal es que todo hombre y toda mujer nazcan con una "simpatía
natural", una especie de sentimiento de fondo que nos inclina a
sentirnos bien cultivando simultáneamente la felicidad propia y también la de
los demás, y que está en la raíz de nuestro ser social. A partir de este
innato sentimiento de fondo se podrían ir matizando nuestras emociones
básicas, también innatas, de modo inteligente, en la medida de lo posible.
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Vamos a terminar este tema con una lista de lo que actualmente se considera,
desde la Psicología, el repertorio de capacidades facilitadoras de la
convivencia. Entendemos que estas capacidades suponen una gestión inteligente
de nuestras emociones básicas. La lista que os presentamos está inspirada en
los trabajos del psicólogo Daniel Goleman (nacido en 1947), psicólogo
que ha popularizado la expresión "inteligencia emocional".
Sintetizando, podemos hablar de cuatro capacidades importantes:
- Capacidad de autoconocimiento:
saber cuáles son tus puntos positivos y tus debilidades.
- Capacidad de autocontrol:
no dejarte arrastrar irreflexivamente por los primeros impulsos.
- Capacidad de empatía:
tener en cuenta a los demás.
- Capacidad de gestión
social: utilizar recursos de comunicación y de colaboración con los
demás.
Terminamos diciendo que sobre esta base de capacidades y actitudes,
estudiadas científicamente por la Psicología, la Filosofía moral o Ética
analiza la dimensión moral del ser humano: con sus normas morales, valores
morales y virtudes.
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Autor: Julián Jesús Martínez López
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