Translate

sábado, 21 de febrero de 2015

LA GRAN AVENTURA

LA GRAN AVENTURA

19 de noviembre de 2014 a la(s) 0:32
TIEMPO DE LECTURA 15´

Llamativo el título. Lo pensé bastante. Mirando hacia atrás no veo mi sombra, si veo la locura, la irresponsabilidad. Se puede explicar que siempre llevé al límite mis fuerzas, con la ELA. Hasta que no podía más. 
 Según Wikipedia, Aventura significa, “que es una experiencia de naturaleza arriesgada normalmente compuesta de eventos inesperados, en muchas ocasiones estando presente cierta clase de peligro”

PUCA

En una oportunidad estaba tomando sol, en el parquecito de mi casa con un mate, el diario  y escuchando música. Momento único de paz. Ya el día mostraría su final, su adiós, y decido entrar a casa. Me levanto con esfuerzo de la silla. La falta de fuerzas en mis piernas eran más que evidentes. Tambaleaba, me tomé unos segundos para estabilizarme. Mientras tanto la perra,  bautizada con el nombre de Puca, me seguía a todas partes. Camino sobre el césped, tenía puestas mis ojotas, me tropiezo y muñeco al suelo. Todo en cuestión de segundos. Imposible levantarme por mis propios medios. Sorpresivamente la perra se me acerca, su instinto le indicaba que esto no estaba bien. Su amo debería estar parado o a lo sumo sentado, no desparramado en el suelo. Empieza a pasar su lengua por mi cara y mi cabello y gime, llora… al cabo de unos segundos ladra, hasta que sale mi señora y mi hijo y me levantan. Ya Puca cambió, solo quería jugar.
Hasta el día de hoy cuando llego a mi pecera, espacio donde tengo mi PC , lugar que cuenta con grandes ventanales, viene a verme y se tira ahí hasta que me retiro. Creo que siente mis caricias en el espacio imaginario. Hermosa perra.

MI TRABAJO CON LA ELA

La gran anécdota, o la gran aventura con mi enfermedad, fue con el trabajo. Mi ocupación y mi responsabilidad era el área comercial. Y esto me obligaba a visitar durante todo el día a mis clientes. Amaba mi trabajo, era mi pasión. Siempre me agradó relacionarme con la gente.  Y siempre agradecí a Dios por darme ese lujo, trabajar y auto sostenerme con lo que siento y me gustaba. Un privilegio.

 Y a medida que el tiempo pasaba, mis falencias físicas se hacían cada vez más evidentes, el brazo derecho casi no me respondía. Pero yo hasta ahí nada decía. A la hora de estrechar el brazo con la mano derecha para un saludo, ya no lo podía hacer y saludaba con el brazo izquierdo. El cliente supongo se sorprendía, pero nada decía. Me ofrecía un café y mi mano izquierda era la que sujetaba el pocillo. Hubo un momento en que pedía a Dios que nadie me invite a un almuerzo. Mi orgullo no me permitía mostrar a la gente mis debilidades. En esa época tenía una fuerte lucha interna; mostrar mi fortaleza y por el otro lado el acoso implacable de la ELA. También estaba confundido, pues ignoraba el grado de avance de mi patología. Peor aún, vivía con evidentes contradicciones.

Mi brazo y mano izquierda, hasta ahí me ayudaron en todo. Siempre fui diestro y a la fuerza entrené la izquierda. Para manejar el auto, al volante  iba la izquierda y la derecha siempre apoyada sobre la palanca de cambios. Hasta ahí en algo me servía, ya que para meter un cambio también me ayudaba con el cuerpo. No obstante para muchas cosas necesitaba de las dos  manos, y en los aspectos más cotidianos como contar billetes, cheques, etc. Era un verdadero suplicio. Y la escritura ya casi la había perdido. Pero, todos sabemos que el paso del tiempo es implacable, y que deja sus huellas. Algo normal  en definitiva,  pero de difícil aceptación para las personas.

LAS ESCALERAS

Mientras tanto mis moto neuronas seguían muriendo, y ya estaban afectando las piernas y mi otro brazo. Visitaba una empresa y ya pesaba en mi cabeza, el pensamiento,  como voy a subir la escalera. Un simple acto como presionar un timbre para anunciar mi presencia, ya era una dificultad. No podía levantar el brazo y mucho menos presionar con el dedo el llamador.  Se destraba la puerta y tiraba mi cuerpo encima de ella para abrirla. Mis extremidades superiores estaban ya muy débiles como para empujarla.  Una vez adentro me esperaba una larguísima escalera, respiraba hondo, sujetaba con mi mano derecha el maletín, porque algunos dedos aún respondían. Y la izquierda para tomar los pasamanos y colaborar con mis piernas. Llegué a destino y Juan Carlos me esperaba con un café…  estaba algo cansado.


Un hecho parecido, ocurrió en mi propia empresa. Con dificultades subí la escalera, y cuando llego al último escalón mis rodillas se vencen, y caigo sobre ellas. Mis compañeros, sorprendidos, me ven y ayudan a levantarme. Ya solo no lo podía hacer. No sé qué habrán pensado. Asimismo,  y a medida que pasaba el tiempo, mi cansancio aumentaba. Me era imposible manejar en esas condiciones, necesitaba descansar. Por lo cual me acercaba a la playa de estacionamiento de algún hipermercado o shopping para descansar un poco, realmente lo necesitaba. Manejar en un estado de somnolencia era un verdadero peligro. No necesitaba más de media hora y ya me sentía mejor.

Visito a un cliente muy amigo mío, Eduardo. Era costumbre que ni bien llegaba las empleadas servían unas masitas, un café, o un vaso de jugo . Y en una de esas tardes tomo el vaso de jugo con las dos manos, apoyo mis codos sobre el escritorio y trato de subir el vaso a mi boca… era tanto el esfuerzo, que ambos brazos cedieron y al piso vaso, jugo,  y yo todo empapado. Sentí mucha vergüenza. Por supuesto que todos me ayudaban.
Es algo muy curioso, y lo entiendo de alguna manera, nadie me preguntaba sobre mi enfermedad. En general la gente no lo hacía por respeto. No obstante yo necesitaba y quería que me pregunten. Me daba paz compartir mi problema. Me relajaba.

OTROS EPISODIOS 

Relataré con total crudeza episodios cotidianos que me pasaron. Sin prejuicios. No se asusten.  Como ya dije, a medida que pasaba el tiempo la ELA avanzaba sin prisa y sin pausas. Cuando tenía que ir al baño para hacer mis necesidades. Era todo un tema. Bajar el cierre de la bragueta, sacar el pene, y volver a cerrar la bragueta era verdaderamente traumático. No tenía fuerzas y mucho menos tomar el pestillo del cierre. Me recostaba contra la pared para ayudarme a finalizar este proceso, largo y eterno…

Una vez en el baño de mi empresa estuve 40 minutos para este mismo proceso, ya me estaba rindiendo, a punto estuve de llamar a algún compañero que me ayude. Pero mi ego no me dejó. Así que dejé la bragueta abierta y abotone mi saco para ocultar la zona y que nadie lo viera.
Cada vez más me costaba conducir el auto. Me era muy difícil doblar las esquinas, a pesar que la dirección del coche era muy liviana y dócil. Y para bajarme del auto era otra traba. Era muy bajo. Nunca lo debía estacionar a lado del cordón, y por el contrario para que yo pueda bajar sin dificultades, la parte del conductor hacia la mitad de la calle, era más alto y bajaba más cómodo. Mis rodillas resistían mejor.

Ya más adelante, para doblar una esquina,  cuando me acompañaba mi esposa, le pedía tome el volante y me  ayudara a doblar. Solo ya no me daban las fuerzas. Mis brazos ya mostraban evidentes signos degenerativos. Estaban extremadamente delgados. Mis hombros eran piel y hueso. Ya estaba muy cerca de abandonar el auto. Me resultaba una tortura. Y hoy pensándolo bien es un milagro que nada me haya pasado. A Dios gracias.

Finalmente,  y dejo muchas anécdotas sin contar, me veo obligado a dejar el auto.  Un poco antes tuve un episodio con un pie, el derecho, ya no me respondía. Lo apoyaba en el acelerador, y no lo podía levantar y por el contrario con el mismo peso del pie más aceleraba el auto. Fueron momentos desesperantes. Ese día le dije a mi hijo que me levante la pierna. Estacionamos y descansé unos minutos lo suficiente para volver a mi casa. Conclusión, ya me era imposible conducir.

MI SEGUNDA CASA 

Párrafo aparte para la empresa en que trabajaba. En todo momento me sentí contenido y acompañado. Nunca me han dejado solo hasta hoy. Todo el personal, desde el dueño Enrique, Adal, Leo, Gabi, Mariano, Ana, Pablo, David, Emanuel, Adrian… no tengo palabras para agradecer tanto. Ya dejaron de ser compañeros, son amigos, son hermanos… he compartido tantas experiencias con ellos, buenas y malas. Hoy tenemos una realidad como empresa, de gran crecimiento. Y tengo un enorme orgullo por ella. Porque formé parte de ese crecimiento. Era para mi  como un hijo más.
Elevo en mi pensamiento una copa del mejor vino tinto y digo ”salud Pringles San Luis” y gracias por estar.

Cierro por hoy esta etapa,  con una frase de humor,  “Me gusta y me fascina el trabajo. Podría estar sentado horas y horas mirando a otros cómo trabajan”. Jerome Klapka Jerome (1858-1927) Humorista inglés.

jueves, 19 de febrero de 2015

TE DOY MI ABRAZO

UN ABRAZO 
de poemas del alma 

Un simple abrazo nos enternece el corazón; 
nos da la bienvenida y nos hace más llevadera la vida. 

Un abrazo es una forma de compartir alegrías
así como también los momentos tristes que se nos presentan.

Es tan solo una manera de decir a nuestros amigos
que los queremos y que nos preocupamos uno por el otro
porque los abrazos fueron hechos para darlos a quienes queremos.

El abrazo es algo grandioso.
Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos
cuando no conseguimos la palabra justa.

Es maravilloso porque tan sólo un abrazo dado con mucho cariño,
hace sentir bien a quien se lo damos, sin importar el lugar ni el idioma
porque siempre es entendido.

Por estas razones y por muchas más...
hoy te envío mi más cálido abrazo.

 

Bach - Matthaeus Passion - 01

domingo, 8 de febrero de 2015

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Por Paulo Cohelo.

 Tiempo de lectura 6'
Qué buena reflexión nos regala Paulo Cohelo. Con un tema tan sensible como dejar atrás nuestras miserias humanas que tanto daño hacen a nuestras vidas. Pero también nos escribe sobre hechos del pasado que nos producen dolor, de momentos y situaciones que nos cuestan dejar atrás, sea por un amor no correspondido o por la pérdida de un ser querido. Todos éstos recuerdos corroen nuestra mente y nos quitan la visión del presente, lo único cierto que tenemos. Espero que éste artículo ayude a cerrar puertas a todo aquello que nos producen angustias y preocupaciones. 

Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos. Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó con su trabajo?, ¿Se acabó la relación?, ¿Ya no vive más en esa casa?, ¿Debe irse de viaje?, ¿La amistad se acabó?
Puede pasarse mucho tiempo de su presente "revolcándose" en los porqués, en devolver el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la Vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la Vida y seguir adelante.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción.
Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de "regresar" (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo!, si no, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando usted vino a este mundo 'llegó' sin ese adhesivo, por lo tanto es "costumbre" vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr porque, le repito, ¡nada ni nadie nos es indispensable! Sólo es costumbre, apego, necesidad.
Pero .... cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.

¡Esa es la vida!
¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir con sólo lo que tenemos en el presente!. El pasado ya pasó.
No esperen que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el prender "su televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.¨ 

My Sweet Lord, Concert For George (High Quality)